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La explotación sexual es
para el gran público el perfecto sinónimo de la trata de seres humanos.
Fuertemente mediatizado hasta mediados de la primera década del 2000, este tema
ha suscitado numerosos reportajes y artículos de prensa. A pesar de esta atención
mediática y la indignación política que le acompaña, la mayoría de los estados
europeos no parecen haber tenido éxito en adaptarse a las mutaciones que ha
conocido la explotación sexual. Si consideramos la situación de las jóvenes
menores o la cuestión del consentimiento no intervienen las cifras de las
autoridades competentes reflejando esta incapacidad y/o falta de voluntad. En
la mauría de los estados europeos, el núm de menores reconocidas como víctimas
d’explotación sexual es muy fiable. Los informes de los diferentes países
evaluados por el GRETA indican para Austria en 2011, dos menores identificadas,
en 2012 una sola y en 2013 6 menores. La situación es muy similar en Dinamarca
con dos víctimas de menos de 18 años en 2010. En Bélgica, en 2012 sólo 8
menores han sido reconocidas como víctimas. En España, sólo 7 menores han sido
identificadas en 2011 y en 2012. En
francia, en 2012, 25 menores han sido contabilizadas como víctimas de
proxenetismo. Tres países se distinguen demostrando la necesidad de que la
identificación y la protección de estas víctimas es posible. Alemania, que
según los datos de la policía federal, ha censado 100 víctimas en el año 2012.
Italia, que desde hace tiempo está muy avançada en el reconocimiento de este
fenómeno, pero que después de algunos años ha visto como un número creciente de
regiones no despliegan suficientes recursos para la identificación. En 2012,
114 menores víctimas han sido asistidas en todo el país. Por último, Reino
Unido, donde 223 menores víctimas de explotación sexual han sido identificadas.
El objeto de este artículo
es el de comprender, más allá de los datos estadísticos de los estados
demasiado parcelados, las principales mutaciones que ha conocido la explotación
sexual en Europa occidental a lo largo de los últimos 20 años. Quienes son las
víctimas actuales? Como son reclutadas? Cuales son sus aspiraciones? Que tipos
de dificultades experimentan estas personas? Para ello me basaré en el trabajo
de campo realizado en Francia, Rumania y Bulgaria entre 2010 y 2015. Comprender
los nuevos perfiles de estas personas nos permitirá tener mejor en cuenta a las
víctimas que, como muestran los datos oficiales, quedan en su gran mayoría,
ignoradas por las autoridades.
EVOLUCIÓN
DEL FENÓMENO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS: EL CASO DE EUROPA DEL ESTE
En función de los países de
origen de las víctimas, las mutaciones de la explotación sexual en Europa
occidental son muy específicas: el sistema de jóvenes nigerianas controladas
por una Madam que mantienen a las chicas en una situación de endeudamiento
durante muchos años no tiene nada que ver con la situación de las “marchantes”
chinas o de los adolescentes alemanas, francesas, españolas explotadas
sexualmente. Respecto a las jóvenes de Europa del este, quienes durante muchos
años representaron el número de víctimas más importante en Europa occidental,
la estructuración de su explotación ha conocido, en los últimos 20 años,
cambios muy profundos. Estos cambios se encuentran con frecuencia en el origen
de un gran número de incomprensión sobre la realidad actual de la explotación
que se aleja tanto de la imagen de las grandes organizaciones criminales
internacionales como del retrato ideal (estereotipado) de la víctima.
Para identificar estas
mutaciones hay que revenir sobre la génesis de la explotación masiva de las
mujeres en Europa consecuencia indirecta de la intervención internacional a
partir del conflicto con la ex Yugoslavia (1991-2000). En 2002, a raíz de la
Conferencia organizada en Turin para las Naciones Unidas sobre la trata, el
esclavizaje y el mantenimiento de la
paz, se declaró que “el periodo post-conflicto y la llegada masiva de personal
relativamente rico para las operaciones de mantenimiento de la paz ha conducido
a un desarrollo sin precedente de los burdeles creando una alianza de facto entre los trabajadores de la
MINUK y el crimen organizado. En conclusión, en cuanto al tráfico de seres
humanos, a raíz de operaciones de mantenimiento de la paz, es preciso admitir
que los cascos azules han sido parte del problema.
Para comprender mejor este
fenómeno volvamos sobre la cronología de los hechos. El 30 de mayo de 1992, el
Consejo de seguridad de la ONU decreta un embargo sobre Serbia que dura hasta
1995. Numerosos tráficos frontereros se cruzan entonces con Rumania, Hungria,
Macedonia, Montenegro y Albania para sortear las restricciones sobre el
combustible, tabaco y todo tipo de productos cotidianos :ropa, productos de
alimentación, cosméticos…Estos intercambios clantestinos crearon miniredes de
conocimiento a niveles muy diversos entre rumanos, serbios, bosnios, kosovares,
albaneses…
En 1992, la guerra en
Bosnia-Herzegovina empujó a la comunidad internacional a intervenir. Este
compromiso se materializó con el envio de cascos azules. Después de los
acuerdos de paz de Dayton en 1995 esta fuerza internacional conto
aproximadamente con 60.000 hombres, con una retirada progresiva en más de 10
años. Esta llegada masiva de militares con un poder adquisitivo bien
consecuente, a lo que hay que añadir el numeroso personal de las organizaciones
internacionales y de las ONG, proporcionó un golpe de aceleración al trafico de
mujeres y adolescentes. Algunos casos fueron señalados a partir de 1992 pero
antes de esta fecha la prostitución en esta región estaba fuertemente limitada.
El modelo de circulación de las víctimas fue parecido al utilizado por los
contrabandistas, pasando por tipos de organización muy variados. Esto hizo que
individuos que apenas se conocían se intercambiaran las hijas de un lado al
otro de la frontera, a organizaciones más estructurados que controlaban el
conjunto desde la filial de reclutamiento al propietario del hotel pasando por
la corrupción de aduanas y de policías locales e internacionales. Las
adolescentes eran reclutadas con falsas promesas, engañadas por personas
próximas o seducidas por sus explotadores. Provenian de Rumania, la república
de Moldavia, Ucraina, Rusia, o de Bulgaria, Bosnia o Albania.
En 2000, la ONU identificó
260 clubes en Bosnia-Herzegovina mientras que las estimaciones dadas por las
ONG contaban unos 900 clubs en los que el num de adolescentes y de mujeres
variaban de 4 a 25 por establecimiento. El informe del HRW puso sobre la mesa
las complicidades entre la policía local, federal y las fuerzas de
mantenimiento de la paz como la SFOR. Según las ONG locales, el 50% de clientes
eran internacionales, principalmente los soldados de la SFOR quienes aseguraban
al menos el 70% de los ingresos de estos establecimientos. Esta presencia
casi-oficial puso en cruz a la impotencia o la ausencia de voluntad de las
fuerzas internacionales para luchar contra este fenómeno. Como atestiguan las
encuestas del periodista americano Victor Malarek, los pocos internacionales
que intentaron atacar este comercio se ganaron las iras de sus jerarquías y
fueron renviados rápidamente a sus países.
En el año 2000, después de
los bombardeos de las fuerzas serbias por la OTAN, la llegada de soldados
(50.000 hombres) de la KFOR a Kosovo genera un fenómeno similar. Los burdeles
florecieron en toda la provincia. A pesar de los mensajes de prevención de las
organizaciones internacionales, la práctica ausencia de persecuciones de soldados
sobre mandato internacional no permitió acabar con este fenómeno. Sin embargo,
en vista de lo que había pasado en Bosnia, el surgimiento de este tráfico era
algo más que previsible. Luchar contra ello no constituía una prioridad de la
comunidad internacional, como lo deploraba en la época Amnistia Internacional.
Actualmente este tráfico todavía continua. Regularmente las operaciones
policiales llevan al descubrimiento de jóvenes chicas de Moldavia, de Ucraina o
de Kosovo que son explotadas sexualmente en los clubes nocturnos.
A raíz de la implantación
geográfica de las redes (albanas), Kósovo se transformó rápidamente en una
rueda giratoria del tráfico de mujeres hacia Europa occidental. Sus burdeles
fueron utilizados como punto para las chicas enviadas a Italia, Inglaterra,
Bélgica, al los Países Bajos, a Suiza, a Alemania o a Francia. Después de más
de 15 años de explotación sexual a gran escala, la trata de seres humanos se ha
estructurado de forma estable en estos países. Las redes se han internacionalizado
haciendo muy difícil combatir hoy dia este fenómeno.
La implantación de grupos
criminales kosovares en estos países condicionó la elección de los destinos.
Las redes más antiguas, que datan de los años 70, especialmente activos en el
tráfico de drogas en Europa occidental, invirtieron puntualmente en la
explotación sexual de jóvenes.
El desarrollo de la trata de
seres humanos en los Balcanes está vinculado a una serie de acontecimientos
geopolíticos y la complicidad pasiva de la comunidad internacional. Sin apenas
riesgo y muy lucrativo durante casi 10 años, este comercio ha prosperado. La
lenta toma de consciencia de las políticas europeas y la reducción de la
presencia internacional en los Balcanes empujaron a los traficantes a cambiar
de estrategia. A partir de 2005, las redes serbias, bosnias, kosovares y
albanesas más potentes se desinteresaron de la prostitución de calle en
beneficio de otros tipos de tráfico considerados más lucrativos: drogas, tabaco
o armas.
No obstante, la explotación
sexual de las mujeres no fue abandonada, pero las formas cambiaron. Los lugares
cerrados de prostitución fueron preferidos, sobre todos en los países en los
que la prostitución se había convertido tolerado o legal. Su desaparición sobre
los segmentos de la calle dejó sitio a la presencia de las redes rumanas,
búlgaras, nigerianas comprando con frecuencia “el consentimiento” de la víctima
por un sistema ficticio de repartición de beneficios y la perspectiva de
convertirse, a su vez, en proxeneta. Con el fin de adaptarse a la represión
policial, las formas y los modos de reclutamiento cambiaron así como también el
perfil de las víctimas. Estas mutaciones tuvieron como efecto el aumento de la
explotación por parte de micro-organizaciones sobre una base geográfica y
comunitaria, afectando sobretodo a las minorías rom (gitanos) de estos países.
Despues de 2009, hicieron su
aparición grupos más importantes, en cuanto al volumen de chicas explotadas.
Permanecen bastante alejadas de las organizaciones internacionales regularmente
descritas. En 2010, se abrió una investigación sobre uno de las redes de
prostitución más importantes que explotaba chicas rumanas en los boulevards de
Maréchaux en Paris. Según los investigadores, se trataba de dos grupos
familiares originarios de Petrosani y de Lupeni en Rumania. De las 17 víctimas
censadas, de las cuales 2 eran menores, prácticamente todas tenien vínculos de
parentesco: hermanas, primas, madre, tia… Esta dimensión familiar era la que
constituía la base de reclutamiento sin que ello fuera sinónimo de ausencia de
malos tratos. Cuando no conseguían suficientes ingresos las chicas eran
maltratadas. Igualmente, se les alojaba en garajes sin apenas calefacción
situados en los suburbios parisinos.
Después de 2005 la
explotación sexual de calle de chicas jóvenes en Europa del Este se limita a
grupos restringidos que se apoyan sobre una base geográfica, comunitaria,
familiar o individual. Si estas pequeñas organizaciones tienen más libertad
para ocupar la calle, la razón de su desarrollo está relacionado con el
repliegue de las redes de Europa del Este sobre los circuitos más discretos en
los países donde la prostitución no es tolerada: prostitución en lugares
cerrados o via internet. Los salones de masaje, bares con “azafatas”, barras americanas,
sex-shops se transforman parcialmente en burdeles clandestinos. El informe de
la OCRETH de 2009 contabiliza, en Francia, 481 establecimientos de este tipo
que presentan un riesgo de prostitución. Paralelamente, con la democratización
de internet, las redes de Europa del este ponen en marcha los sex-tours. El
sistema ya es bien conocido a dia de hoy. El cliente que desea “reservar” una
chica por un cierto tiempo, entra en un portal internet situado en países donde
la prostitución es legal. Elige sobre foto una “azafata” o una escort-girl que está de pasada por su
ciudad. Para confirmar la reserva, introduce un número ruso, ucraniano o
rumano. Una vez las formalidades se han llevado a cabo, recibe un SMS indicando
el nombre del hotel donde se llevará a cabo la relación tarifada. Para
complicar el trabajo de los investigadores, cambian a las chicas de ciudad cada
tres días de media. La utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación
por parte de los proxenetas les permite
controlar a sus víctimas desde el extranjero. Los riesgos penales son así muy
reducidos.
En los países europeos donde
las redes de prostitución son toleradas o legales (España, Alemania, Suiza,
Holanda, Bélgica) la explotación sexual de chicas jóvenes, mayores y menores de
edad, está bien lejos de desaparecer. Regularmente los negocios implican un
nombre importante de víctimas y demuestran que la tolerancia para con este tipo
de establecimientos no viene acompañado de una reducción del fenómeno de la
trata de seres humanos. Bien al contrario. En 2013, en uno de los lugares más
conocidos de la Jonquera, localidad situada en la frontera francesa, fueron
identificadas 215 víctimas en una única red de explotación. El estracto del
artículo aparecido en el periódico Metro describía brevemente el
funcionamiento.
“las chicas deben
“apuntarse” a través de un lector de huellas digitales antes de encarar las
jornadas de trabajo de 14 horas en burdeles “gigantes”. La policía española ha
anunciado el miércoles por la noche el desmantelamiento de una red de
proxenetas rumanos en La Jonquera. Una pequeña ciudad del norte de España, a
solo 30 kilómetros de Perpignan, convertida en importante lugar de prostitución
que alberga desde 2010 el burdel más grande de Europa, El Paraiso. “Con el
objetivo de someter a las chicas, los proxenetas las amenazan, les pegan y las
violan permanentemente, las mantienen en un régimen de semiesclavitud”, explica
la policía en un comunicado. Las víctimas, jóvenes rumanas, son traídas a
España apenas cumplen los 18 años. “las tientan con falsos empleos como
cuidadores de niños o de personas mayores en España”.En total 19 personas han
sido arrestadas, pertenecientes a dos grupos, el primero, compuesto por
ciudadanos romanos instalados en la región de Brila en Rumanía y el segundo,
encargado de administrar un “burdel gigante” en España”.
Comparando la amplitud de
las redes desmanteladas en Francia a las de sus vecinos europeos España,
Alemania, Bélgica y Reino unido el número de jóvenes explotadas sexualmente
provenientes de Europa del Este es netamente más débil. Después de 2005, no hay
más negocios que involucren un número de víctimas tan considerable. La
explotación parece haberse desplazado a adolescentes, chicos y chicas,
susceptibles o en riesgo de cometer delitos (en riesgo de exclusión social).
Estas diferencias entre los países europeos ilustran la adaptación de grupos
criminales, cualquiera que sean sus grados de organización, a las legislaciones
nacionales y a las prácticas policiales y judiciales. Éstas dan forma,
inconscientemente, a la trata de seres humanos, la edad de las víctimas, las
formas de control psicológico, etc. En cambio, en los discursos políticos, esta
realidad es ocultada en beneficio del fomento de la condición de extranjera de
la víctima o de los explotadores, convirtiéndose en la única causa explicativa
del fenómeno.
RECLUTAMIENTO:
MANIPULACIÓN, VIOLENCIA Y SENTIMIENTO AMOROSO
Desde hace algunos años la
mayoría de jóvenes rumanas reencontradas en las diversas metrópolis de Europa
occidental entran en la prostitución forzada siguiendo un joven del que se han
enamorado algún tiempo antes. El control psicológico reposa en este caso en un
sentimiento ambivalente. El proxeneta es a la vez el extorsionador y el
protector, pero sobre todo, el que le hace soñar con un futuro mejor. Por
sorprendente que pueda parecer, este sentimiento se puede prolongar incluso
meses después de la explotación y la presencia de otras jóvenes. Esta ilusión
amorosa es probablemente cultivada de forma inconsciente para encontrar un poco
de confort y aferrarse a una esperanza. En este contexto, intentar escalar en
la jerarquía de estas pequeñas organizaciones es a la vez una via de salida y
un medio de aproximarse a un ideal soñado. Los proxenetas han comprendido el
interés de cultivar este vínculo. Supone la ventaja de desviar los odios (el rechazo)
no tanto sobre el explotador si no sobre las otras chicas percibidas como
rivales. El estudio Feed Back, basado en una serie de entrevistas sobre ex
víctimas de explotación sexual que aceptaron una protección, confirma esta
idea.Incluso después de haber salido de la explotación, la persona que suscita
todavía rencores y celos de la parte de las víctimas no es el proxeneta sino la
“teniente”. Detrás de este nombre se esconde una persona, también víctima, cuya
misión suplementaria es la de controlar a las otras chicas. Este envidiado
“puesto” demuestra que, conseguir estar en pareja con un proxeneta o un cliente
es percibido como un medio de salir de la explotación.
La presencia de una deuda
como técnica de control también es utilizada de forma regular. Según la
situación, esta deuda es explícita (por ejemplo entre las nigerianas). La suma
a reembolsar es conocida y se integra en un proyecto de futuro. Muchas chicas
jóvenes esperan que con el dinero acumulado durante el periodo de prostitución,
podrán comprarse una casa y/o vivir con su explotador, a quien consideran su
novio/chico. Esta deuda tiene como objetivo demostrar a las víctimas que el
periodo de explotación es limitado. Que en el futuro podrán ponerse rápidamente
por su cuenta. Este deseo de salir lo antes posible de un sistema de
dependencia es manipulado regularmente por los proxenetas para empujar a las
chicas a asumir riesgos. Moldavas, ucranianas, rumanas que hasta 2005 eran
forzadas a prostituirse en Europa occidental bajo el pretexto que habían
contraído deudas, se les propone, al cabo de un periodo, una modalidad de
reembolso que consiste en reclutar chicas nuevas. Concretamente deben volver a
sus países y convencer, con engaños, a sus amigas de que las acompañen. Con
anterioridad, su proxeneta había convenido, por ejemplo, una suma de 3000 por
chica reclutada, lo que supone una oportunidad más atractiva que la de
continuar prostituyéndose. Esta estrategia de salida de la explotación era
motivada por los mismos traficantes, que delegaban así el reclutamiento, es
decir, los principales riesgos penales, a antiguas víctimas.
Actualmente, dentro de
organizaciones en las que el tamaño es limitado, el control psicológico
representa una mezcla entre seducción, promesa de acceso a un estilo de vida y
resignación. Actualmente existes numerosas variantes locales sobre las formas
de reclutamiento. Con el fin de ilustrarlo, tomamos el ejemplo de Bulgaria,
donde en función de las principales regiones de reclutamiento, las modalidades
varían.
El
caso de Sliven
Sliven es una de las
ciudades búlgaras más afectadas por la explotación sexual. Hasta 2007 los
métodos de coerción de las chicas estaban basados en la violencia. Una parte de
las que habían sido explotadas en el Benelux fueron revendidas a proxenetas
albaneses. 6 o 7 años después, según las entrevistas realizadas por los
mediadores y diferentes interlocutores en el barrio, la mayoría de chicas es
considerada voluntaria. El reparto de ganancias entre el proxeneta llamado “manager” y las chicas será muy
precisa: 50 % - 50 % ou 70 % - 30 % si el « manager » cubre el
alojamiento y manutención en el estranjero. Siguiendo el recorrido de algunas
« voluntarias », se añaden otras obstáculos por las presiones a las
que les someten sus « managers » o sus « novios » a
consumir droga. Una vez entradas en esta rueda, su adicción se convierte en un
medio de esclavitud.
En Sliven, la prostitución
no afecta únicamente los barrios rom, en los que abundan las jóvenes chicas
pobres, las alumnas de los liceos de lenguas estranjeras y de Belas artes se
marchan regularmente al extranjero para prostituirse (España, Alemania, Suiza).
Los responsables de los centros escolares (liceos) señalan una proporción de 5
a 10% de estudiantes implicadas en estas arriesgados movimientos.
Según nuestros
interlocutores (mediadores y fiscal), las chicas jóvenes más vulnerables a la
explotación sexual de esta región son las que tienen entre 13 y 16 años
provenientes de localidades próximas. Son muy fáciles de reclutar a través de los
lover boys que actúan a la salida de
las escuelas, con frecuencia distantes de sus localidades de origen en más de
10 kilómetros. Las localidades de las minorías turcas situadas en las montañas
son particularmente expuestas a este fenómeno. Las chicas reciben en su casa
una educación muy estricta y tienen muy poco acceso a los productos de consumo.
La llegada al instituto, situado lejos de su localidad (que dispone únicamente
de una escuela primaria) incita al nacimiento de un deseo de libertad muy fácil
de manipular por los lover boys. Si
la fascinación por la ciudad, las necesidades afectivas y el deseo de libertad
son los principales vías de entrada utilizados para crear un control basado en
los vínculos amorosos. Según una investigación llevada a cabo por un fiscal de
Sliven, varios lover boys que reclutaban chicas por su cuenta, se apoyaban
también sobre conocimientos psicológicos precisos para detectar y manipular
mejor a las chicas jóvenes más frágiles.
Una vez seducidas, las
chicas son explotadas sexualmente a cuenta de su “nuevo novio” en Sliven. A los
18 años después de haber practicado esta actividad, una parte de ellas son
enviadas al extranjero
El caso de Pazardjik
Otra ciudad en Bulgaria,
conocida por el tráfico de chicas jóvenes, ha desarrollado otro modelo de
reclutamiento basado en la creación de un vínculo de control amoroso y
familiar.
Una parte importante de la
economía del barrio rom de Pazardjik se basa en la prostitución. El número de
proxenetas seria de 300 y el número de chicas por cada proxeneta seria de 2,3
de media. Según nuestros interlocutores del barrio la mayor parte de la
víctimas son reclutadas de los pueblos de las proximidades a través de los
lover boys. Una vez seduida, la joven integra la mayor parte del tiempo la familia
del lover boy/proxeneta. Si este último no está casado civilmente con su mujer,
para aumentar el control psicológico, se casa con la chica. Allí donde las
chicas viven en el seno de la familia, son relativamente bien integradas a la
célula familiar en la que duermen, comen y comparten la vida cotidiana. Son
percibidas por los miembros de la familia (mujer y/o hijos) como una segunda
mujer que sirve de “carta de crédito” según la expresión de nuestros
interlocutores. Siempre según las personas de la comunidad, si el número de
chicas por familia es limitado, es sobre todo para evitar conflictos
relacionados con los celos entre las chicas.
A nivel de la estructura,
cada proxeneta es independiente. Lo cual no impide la existencia de
asociaciones temporales entre ellos basadas en vínculos familiares o de
vecinaje, para controlar mejor un territorio en el extranjero. Los intercambios
de chicas pueden tener lugar entre ciudades de un mismo país (por ejemplo
Bordeaux, Limoges, Toulouse) pero también de diferentes países (Munich i Gand)
donde los proxenetas de Pazardijk i Plovdiv que controlan los lugares de
prostitución se instalan localmente tras varios años. Esta prostitución en el
extranjero tiene lugar en la calle, en apartamentos o en hoteles (del modelo de
los sex tour) o cuando es el caso en establecimientos donde la prostitución es
autorizada.
Los proxenetas que tienen
problemas con la justicia o la policía en el extranjero se refugian en
Pazardijk con el fin de “caer en el olvido”. Las jóvenes chicas que ellos
controlan se prostituyen entonces en la carretera del eje Plovdiv-Sofia.
DEL
DESEO DE RECONOCIMIENTO SOCIAL A LA EXPLOTACIÓN SEXUAL
Actualmente, la mayoría de
las chicas jóvenes explotadas sexualmente saben, en el momento de su
reclutamiento, que ellas van a tenerse que prostituir. Esta lucidez que debe
ser relativizada, ya que son sistemáticamente engañadas sobre sus condiciones
de trabajo o la repartición de los beneficios, enlaza con la imagen de la
víctima ideal: inocente, naif, engañada, maltratada. Con el fin de comprender
mejor los mecanismos psicológicos y sociológicos que llevan a chicas jóvenes a
entrar en la prostitución es necesario tener en cuenta su deseo de prestigio
social.
El estudio de S. Lazaroiu y
L. Ulrich sobre un centenar de chicas rumanas de entre 15 y 25 años, víctimas
de la trata, permite comprender mejor la importancia de esta dimensión. Sus
autores han intentado identificar los factores de vulnerabilidad que han
conducido a la explotación sexual, midiendo la distancia de situaciones entre
el grupo “vulnerable” compuesto de antiguas víctimas, y un grupo considerado no
vulnerable, constituido por una muestra representativa de esta franja de edad
que no han conocido situaciones de trata. Sin demasiada sorpresa, los
resultados indican que cuanto más joven es la víctima más vulnerable es,
igualmente ocurre con el nivel de estudios, cuanto más débil es éste, el riesgo
de ser explotadas es más importante….La investigación introduce criterios sobre
las representaciones de las víctimas. Así, entre las chicas del grupo
vulnerable, a la pregunta de “que es lo que más deseas en la vida?” el 40%
responden “tener dinero, vivir bien, tener suerte”. Mientras que entre las
chicas del grupo no vulnerable, sólo el 18% da la misma respuesta. Además, el
90% de las chicas “vulnerables” desean tener más independencia respecto a sus
padres, contra el 71% del grupo no vulnerable. Estas representaciones no son
exclusivamente condicionadas por un contexto familiar pesado. En efecto, el 35%
de chicas jóvenes víctimas afirman haber asistido a disputas o violencia en el
seno de su familia, lo que significa que dos tercios de las víctimas no han
sido confrontadas a estas situaciones. Además, 16% de la muestra no vulnerable
ha conocido el mismo tipo de violencias. Los orígenes modestos, el bajo nivel
educativo o la violencia familiar no parecen ser pues los únicos factores que
conducen a la trata como dejan entrever la mayoría de estudios sobre la
cuestión. Lo que caracteriza a las víctimas, aquí, es su voluntad de escapar a
una condición social, que les lleva a aceptar prostituirse para conseguir sus
objetivos. Mme Rotaru, psicóloga en una ONG que trabaja sobre la prevención y
la reinserción de víctimas de trata a Craiova (Rumania), confirma esta idea. La
mayoría de chicas jóvenes que ella ha seguido, cayeron en la trampa de hombres
jóvenes que les propusieron el estilo de vida deseado. En su mayoría, ellas
fueron captadas en las discotecas y bares que frecuentaban para escapar
puntualmente a un entorno familiar pesante. En cuanto hizo su aparición un
joven que encarnara el dinero fácil, las salidas o la vida en el extranjero, se
aferraron ciegamente. La psicóloga explica que, a pesar de las advertencias de
los profesionales sobre los riesgos a los que se exponen, estas adolescentes
les responden que prefieren prostituirse para seguir a su amigo que quedarse en
las puertas del ascenso social.
Esta búsqueda de prestigio
suscita entre los profesionales y en la opinión pública una incomprensión hacia
las víctimas y sus aspiraciones, con frecuencia idealizadas, y consideradas
como necesariamente no consentidas. La atracción por el éxito material viene a paliar
seguramente los déficits afectivos pero también debe ser interpretado como una
voluntad, que atraviesa a todas las sociedades, de un deseo de reconocimiento
particularmente exacerbado. Esta voluntad de escapar a su condición, cualquiera
que sea el medio, traduce este deseo de ser reconocido en un medio en el que
todo parece cerrado. Cuando estas chicas están a cargo de hogares de acogida,
estas adolescentes demuestran capacidades de adaptación y de voluntad
impresionantes provenientes de su deseo inicial de acceder a un estatus más
elevado a través, esta vez sí, de la obtención de un trabajo y por tanto, de
ingresos.
CONCLUSIÓN
La explotación sexual en
Europa occidental ha conocido profundas mutaciones a lo largo de los últimos 20
años. Las grandes organizaciones criminales se han reorientado, en parte, hacia
el tráfico de droga, de tabaco, de inmigrantes, el inmobiliario, etc. dejando
sitio a micro-organizaciones que tienen mayor facilidad de acceso a formas de
manipulación psicológica que a la violencia. Estos cambios han hecho más
difícil combatir este fenómeno. En efecto, las investigaciones sobre estas
micro-organizaciones son poco motivantes para los investigadores, ya que
resultan tan complejas como las de los grupos criminales más estructurados. Las
víctimas se encuentran en medio de conflictos de lealtad hacia su familia,
hacia su su novio… y rehúsan hablar o denunciar. Son necesarias largas horas de
escuchas telefónicas, así como procedimientos complejos de demanda de
identificación en el país de origen… Estas dificultades explican una cierta
reticencia de los servicios especializados, con efectivos reducidos, a lanzarse
a investigaciones donde se obtienen resultados inciertos y relativamente
limitados. Las víctimas de explotación sexual son pues consideradas únicamente
como prostitutas para justificar esta no-intervención. Sin embargo, de acuerdo
con las convenciones internacionales los países de la UE se han implicado para
combatir este fenómeno y a destinar más medios para asistir a las víctimas de
trata de seres humanos. Las soluciones existen. A fin de favorecer la
identificación de las víctimas, la creación de una agencia, independiente de
las investigaciones penales, encargada de evaluar la condición de víctima de
trata de seres humanos ha mostrado su eficacia. Por otra parte, la ausencia de
garantías suficientes de protección, la obligación de cooperar con la policía a
fin de poder beneficiarse de la condición de víctima, es con frecuencia
inhibitoria (desmotivadora).
Si bien estas
recomendaciones han sido infinitas veces recordadas a los estados, a la vez que
han demostrado su eficacia en los pocos países en los que se ha aplicado (Reino
Unido y Italia), las reticencias a ponerlo en marcha así como la aplicación muy
parcial de la directiva UE/2011/36 muestra la falta de voluntad política de la
mayoría de países de Europa occidental. La obligación de protección de las
víctimas de trata de seres humanos hace temer a los estados la apertura de una
via de regularización de la inmigración clandestina. Esta visión confirma que
la explotación sexual es considerada como un fenómeno que afecta únicamente a
personas inmigradas de países pobres. Sin embargo, al contrario de la imagen
vehiculada, la trata de seres humanos, incluidos menores y mayores, no se
caracteriza por la extranjeridad de las víctimas. En Holanda, Reino Unido como
en Alemania, según las estadísticas oficiales, las víctimas adultas más
afectadas por este fenómeno son los nacionales. Si las cifras son matizadas por
las garantías de que disponen las víctimas a raíz de una denuncia, significa
que la trata no se limita a ciertas categorías sociales consideradas
marginales. De la misma manera que la violencia a las mujeres han acabado por
ser reconocida como un fenómeno que puede ser presente en todos las capas de la
sociedad, la explotación sexual de niños, mujeres y hombres, puede ser
realmente combatida, sólo necesita ser considerada como un reto de toda la
sociedad.
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